Nada

22 enero 2006

Pensamientos que rondan mi mente. Que perturban mis horas de estudio. No quiero hacerles caso. Si los ignoro tal vez se vayan… quizás desaparezcan para siempre. Necesito hablar contigo. Contarte esto que me ronda por la mente. Eres mi mejor amiga y siempre me has ayudado cuando he tenido dudas. Pero si te lo digo… si transformo estos pensamientos en palabras… posiblemente los transporte a la realidad. Y no quiero. Cuando los deseos son solo tuyos. Cuando únicamente te pertenecen a ti porque no los has compartido con nadie, es más fácil ignorar las voces que te atormentan la mente. Es más fácil renegar de ello. Ignorar que alguna vez pasaron por tu cabeza. Nadie lo sabe… calla y llora en silencio. Lo que no ves, no existe. No admitas lo que temes. No dejes que tu mente gane. Ahora, calla…..no pienses, no sientas...

Consejos de un exdrogadicto

20 enero 2006

“No puedo evitarlo, es mas fuerte que yo. Quiero dejarlo, intento escapar de ello. Pero siempre termina viniendo a mí. Quiero huir de aquí, deseo con todas mis fuerzas perderla de vista pero… ella está ahí y no soy capaz de esquivar la tentación. Quiero…pero no puedo”

Mientras escucho tus palabras, siento que soy yo la que esta hablando a través de tu boca. Que son mis pensamientos los que brotan de tus labios. Eres un reflejo de lo que fui y viví. Yo también estuve enganchada a esa droga. Yo también me salté las normas y probé el amargo sabor de la sustancia prohibida. Por eso mismo, porque yo también estuve en ese mundo en el que la vida era una caída constante, que cada movimiento te catapultaba a la cima y te dejaba caer después. Logré salir de ese mundo de falsas ilusiones. En donde cada sueño terminaba en pesadilla y no eras dueño de tu vida. Es una tómbola en donde el boleto premiado no existe. No te mientas a ti mismo, no digas que quieres dejarlo cuando harías lo que fuera por conseguir un poco de ella. No culpes a tu fuerza de voluntad. No coloques tu responsabilidad en otros. Nadie te puede librar de ello si tú no quieres. De que sirve que sepas lo que te espera sino haces nada para solucionarlo. Si, diga lo que diga, cada noche volverás para pillar un poco a escondidas. No te importa que en una semana estés con el mono 6 días, porque ese día, el séptimo, vuelves a probarla y tu vida vuelve a tener sentido. No esperes que sea eso lo que te deje a ti, porque eso nunca pasará. Es otro engaño más en este mundo de vicios y juegos. ¿No te das cuentas que eso no es vivir? ¿Qué poco a poco te estas hundiendo en el fango? ¿Qué eso, lo único que hace por ti es arrebatarte tu vida? Tal vez ahora te compensan esas pocas horas de excitación porque te sientes más vivo que nuca. Pero no tapes tus ojos con una venda. Persigue la verdad y pon a cada cosa su nombre. Lo primero que se necesita para desengancharse de algo no es aceptarlo, sino querer dejarlo. Tarde o temprano la balanza cambiará de inclinación y esos escasos momentos no te compensaran. Querrás más. Buscarás más. Y a partir de ahí tienes dos caminos. O luchar por dejarlo o vivir en una mentira que consume tu vida y no te deja ser tu mismo.
No quiero que creas que esto es una reprimenda. Solo es el consejo de una amiga que pasó por eso. Una amiga que en poco tiempo te ha cogido un gran cariño y que desea que no sufras como ella sufrió en su día. Una amiga que te tiende su mano para ayudarte ya sea a salir de ello o, si es tu voluntad, a caminar junto a ti en ese camino que deseas
recorrer, para (si por alguna razón te caes) hacer que por lo menos esa caída sea más suave.

Fuera de mi casa!

19 enero 2006

¿Para que cerrar las puertas ahora que has entrado? Siempre he sido muy confiada y no he pensado las cosas hasta que no han ocurrido. Yo estaba tranquilamente leyendo cuando oí como alguien tocaba a la puerta. No me imaginé que podías ser tú. Apenas te conocía. Pero aun así, no dudé ni un segundo en dejarte entrar. Ahora, Me giro y observo como en poco tiempo has revuelto todo lo que has encontrado en tu camino, sin el menor remordimiento hacia lo que yo pudiera sentir. Es cierto que yo te abrí. Es cierto que te invité a pasar, pero también es cierto que cuando, ahora, te pido que te vayas tu no te quieres marchar. Te quedas ahí sentado, en lo que era mi sofá favorito, mirándome, perplejo como pronuncio cada silaba, sin entender, quiero pensar yo, que te pueda pedir que te vayas cuando te invité a entrar. No te hecho la culpa, quiero que eso quede claro. La única culpable, si hay que buscarlo, soy yo. Debí darme cuenta cuando entraste por esa puerta que lo desordenarías todo. En un primer momento me gustó lo que hacías ¿Por qué no? Ya era hora de que cambiara un poco el look a mi habitación. Hacia mucho tiempo que no cambiaba las cosas de sitio y la sensación de desorden me gustó. Era como si dentro de mí renaciera la niña juguetona y risueña que desapareció tiempo atrás, cuando decidí cerrar las puertas de mi habitación. No creas que eres el primero al que abro confiadamente las puertas de mi escondrijo. Antes que tu hubieron otros más. Pero nunca tuve la necesidad de echar a nadie. Recogieron sus cosas y se fueron, sin más inconveniente que unos cuantos desperfectos. Siempre me han gustado las visitas, ¿a quien no le gusta que le visiten de vez en cuando? Pero creo que esta visita ya duró demasiado tiempo. No dejaré que nadie vuelva a destrozar mi hogar a su antojo.

Buscando lo que un día perdí (2º parte)

15 enero 2006

Encontré lo que andaba buscando. Tardé un tiempo en darme cuenta que algo había cambiado en ello. Que ya no era como antes… quien sabe, tal vez la caída me afectó más de lo que yo jamás hubiera imaginado. El volver a poseer lo que tanto había deseado y a la vez temido me hizo ver que mi ilusión era eso, una simple ilusión del pasado. Un reflejo de lo que una vez fue y se perdió…o tal vez dejé que se perdiera. La cuestión es que mi tiempo se agotaba en la Tierra. No podía permanecer ni un día más aquí. El calor gratificante estaba comenzando a quemar mi piel. Tanto tiempo en mi nube soñada había provocado que mi piel se volviera más sensible a los rayos del sol. Había cumplido mi misión en la Tierra: mi corazón volvía a latir al son de la vida, pero ahora debía regresar.
Quizás hubiera podido permanecer más tiempo con los demás mortales. Quizás hubiera aprendido otra vez a sobrellevar una vida normal. Mi piel se habría terminado acostumbrando al gran astro y mi corazón seguiría latiendo aun con desgarros letales. Pero no me atreví. Fui cobarde y regresé al mundo que cree. Al mundo que día a día había construido para refugiarme del exterior. Regresé a mi nube soñada. Regresé al frío que cubre todo mi ser con la helada inocencia de la más dulce infancia. Regresé a ese paraíso soñado del que escapé unas semanas en busca de vida. Lo encontré, y no me arrepiento, pero la vida terrenal no es para mí. No todavía. Pero mientras llega ese momento dejaré la ventana abierta, para que el sol caliente mi nube y no me haga olvidar lo que perdí y volví a encontrar, porque eso me lo llevo de regreso, para recordar que mi nube es pasajera y que mi vida, está en la Tierra.

Buscando lo que un día perdí

05 enero 2006

Un día estas paseando tranquilamente por tu nube y te das cuenta que falta algo, que la suavidad del caminar cansa cada día mas y que ya no te divierten las diversas formas que encuentras en tu camino. En una de tus tiernas caídas topas con una ventana, con una de esas ventanas que cerraste tiempo atrás para protegerte del mundo real. La curiosidad te llama. ¿Qué habrá sido de aquello que dejaste? ¿Cómo estará toda aquella gente que un día abandonaste? Y entonces se apodera de ti un sentimiento mortal. Un sentimiento que pensaste que perdiste una vez que el frío de tu nube te cubrió con la helada inocencia de la mas dulce infancia. Y ahora estas ahí, debatiéndote entre volver a sentir o seguir en tu mundo soñado, en tu fría nube pero soñada inocencia. Sin que nadie pueda lograr alcanzarte y evitar que su calor queme tu escarchada alma. Has pasado tanto tiempo en esa nube, que no sabes si serias capaz de sobrevivir en la cruel realidad. Te ha costado tanto construir ese mundo perfecto, aislarte de todo lo malo, aunque eso supusiera aislarte también de todo lo bueno. Porque estas en “tu mundo” y solo tu eres la dueña de el. Tu decides que y quien entra en el y cuando sale de él.
Pero ahora estas ante esa ventana, esa ventana que poco a poco se esta abriendo. Poco a poco esta dejando entrar el calor del sol. Y tus ojos no pueden evitar cerrarse. ¿Como puedes querer algo con tantas fuerzas y temerlo con tanta firmeza? Solo puedes dejarte caer y notar como tu cuerpo va surcando las nubes, esas nubes que un día escalaste con la intención de no volver a atrás. Y solo tienes en mente que la caída no sea mortal, que te deje un poco de aliento, unos simples segundos en el mundo real para volver a sentir, y saber que, a pesar de los años en tu nube soñada, tu corazón sigue ardiendo como el primer día. Y así, dejarte el tiempo suficiente para recuperar lo que un día perdiste.