Buscando a mi muso

27 marzo 2006

Hace un tiempo que mi muso desapareció de mi lado. Las malas lenguas hablan de que lo he explotado más de la cuenta. Las buenas, en cambio, comentan que ha sido un secuestro en toda regla por alguna de las brujas del barrio. Yo, sin embargo, creo que no resistió la profundidad de mi dolor.
Hago un desesperado llamamiento para que regreses junto a mí. He intentado buscar a otro. Sustituirlo por numerosos candidatos sin ningún resultado positivo. Solo tú sacabas todo lo que tenia dentro. Solo tú me hacías ver la belleza de cada cosa. Solo tú lograbas inspirarme con solo mirarme a los ojos. De la misma forma que tu eres la tinta de mi pluma, yo soy el medio por el cual te expresas.
Te he buscado bajo nuestras rocas, en la cara oculta de la luna, en el séptimo pétalo de la rosa blanca… y nada. Si vuelves conmigo, te prometo que todo será como cuando nos conocimos.

PD: Se ofrece una gran recompensa por mi muso. Solo se aceptará si está vivo. Le gusta el chocolate y las hiervas exóticas. Nunca sale de casa sin su reloj de arena y sus gafas de sol.

Tu camino

21 marzo 2006

Lo difícil no es seguir tu camino y dejarlo todo atrás. Lo difícil es darte cuenta que cuando ya has recorrido lo suficiente como para olvidar, el destino vuelve a entrelazar vuestros caminos.
Mirarlo a los ojos y retroceder atrás en el tiempo. Volver a sentirte tan perdida como entonces. No comprender como algo que enterraste en lo más profundo sigue vivo todavía. Tener la sensación de que todo lo que has vivido ha sido un sueño y que has despertado. Desear que solo sea una pesadilla. Esperar que no sea más que un espejismo. Volver a ilusionarte con promesas que nunca se cumplirán y planes que jamás ocurrirán.
Lucha por volver a salir de esa entrecruzada. Ya no eres igual que antes. Tu corazón se ha fortalecido. Escapaste una vez. No mires atrás. No sientas. Ríete en la cara del destino y dale la espalda. Solo tú decides tu camino y la dirección.

Ciclo sin fin

13 marzo 2006

Te miro a los ojos. Mi corazón comienza a latir. Un pensamiento recorre mi mente. Busca la salida. Se pierde entre las millones de conexiones neuronales que encuentra por el camino.
Tocas mi mano. Mi piel se eriza. Un deseo va a la ayuda de mi pensamiento. Lo encuentra solo. Abandonado ante una multitud de neuronas.
Siento tu voz. Atraviesa mis sentidos lentamente. Me sumerge en un sueño y abre la vía de escape para mis sentimientos.
Se dirigen velozmente a la salida. Mi corazón se acelera. Mis manos tiemblan. Mi boca se coloca en posición. Pero…
Sello mis labios. Ignoro mis pensamientos. Ahogo mis deseos. Te miro a los ojos y todo vuelve a empezar.

Cicatrizando heridas

09 marzo 2006

Contemplo con cierta melancolía la cicatriz que recorre mi cuerpo. Paso mis dedos sobre ella y noto la desigualdad que provoca en mi piel. Recuerdo como si fuera ayer la expresión de los médicos que me atendieron. Nunca hasta ese día habían tenido ante ellos una herida de semejantes magnitudes. Me dijeron que el tiempo iría eliminando las marcas de mi piel. Pero no me dijeron que las marcas que permanecieron en mi mente no se borrarían tan fácilmente. Durante mucho tiempo luche contra la verdad. ¡Como podía mostrarme con semejante cicatriz! al mínimo descuido se habría vuelto a abrir... y habríamos tenido que volver a empezara.
Pero hoy, desnudo mi cuerpo ante el sol primaveral. Dejo que sus rayos impacten contra mi piel esperando que me trasmitan la energía que necesito. Hoy, esa cicatriz me recuerda un tiempo pasado del que creí que no sobreviviría. Que nunca más seria capaz de caminar tranquilamente por el mundo sin miedo a que un pequeño balanceo la volviera a abrir. Hoy, sonrío al recorrerla una y otra vez con mi mirada, sintiendo quizás, el mismo orgullo que siente un soldado que enseña a sus nietos sus heridas de guerra. Unas heridas que pudieron ser mortales, y sin embargo, son solo un recuerdo de un pasado que dejamos atrás y del cual esbozamos una dulce sonrisa al evocar.

Jacke al Rey!

05 marzo 2006

Una oleada de terror y desconcierto me recorrió el cuerpo. Miré el tablero aturdida. Allí se encontraba mi Rey, derecho y con la cabeza bien alta no se dejaba atemorizar por la amenaza de un simple alfil. Miré a las demás fichas del tablero. ¿Cómo podía haber dejado solo al rey cuando la partida no había hecho más que empezar? Me sentí orgullosa, sin embargo, al ver como mi Rey ante esa encrucijada no estaba dispuesto a dar marcha atrás. Tal vez pierda esta partida. Quizás tampoco gane la próxima. Pero no me dejaré vencer tan fácilmente. Hay momentos en los que es necesario sacrificar alguna ficha. Otros, sin embargo, terminas tan acorralado que no merece ni la pena alargar el sufrimiento. Al final de la partida solo queda el vencedor sobre el tablero, pero aquel rey que cayó ante sus pies, resurgirá en una nueva partida. Con más fuerza y sabiduría. Sin temor a que le vuelvan a derrotar ya que, en esta vida, una derrota puede ser el comienzo de la victoria.