Muriendo en mi paraíso

26 noviembre 2006

Tengo las plantas de los pies llenas de cicatrices. Las miro como si siempre hubiesen estado ahí y arranco las últimas espinas que tengo en ellas. Ya no brota ese manantial rojo que en su momento manaba sin fin. Quizás se secó.
Miro por mi ventana el camino que se adentra hacia el paraíso. Sé que mañana volveré a adentrarme, buscando esa belleza que falta en mi interior. No me importará pincharme. Ya no siento dolor. Por mis venas ya no corre sangre. Soy inmune a la muerte segura que me depara el paraíso. Es mi decisión. Yo elijo morir allí, rodeada de lo que soñé, aunque al anochecer, todo se desvanezca y tenga que volverme a arrancar las espinas que me dejaron mis deseos. Todo tiene un precio. Yo pago el mío en silencio.

¿Por qué a ti?

22 noviembre 2006

Sé que no es mi momento. Pienso que hasta que no vea el fin no volveré a sonreír completamente. Y realmente preferiría que eso jamás ocurriera. Si mi sonrisa bastara para evitar lo inevitable, no dudes que renunciaría a ella. Al fin y al cabo, ¿de que me vale si tu no estas? Sé que cuando te vayas una parte de mi se irá contigo. ¿Cómo podré volver a sonreír? ¿Cómo podré decir que soy feliz? Tú ya no estarás… Realmente creo que parte de mi se murió en aquella sala de espera, al igual que parte de ti se quedó atrás y mi sonrisa se quedó con ella. No soy la misma. Esa niña sonriente y alegre, tu niña, se quedó dormida en tu regazo, soñando como en todo cuento de hadas, que al finalizar, los protagonistas vivirán felices y comerán perdices.

Buscando en el baúl de los recuerdos...

12 noviembre 2006

Cada uno guarda en su baúl su momento. Yo lo busco después de muchos años de haberlo guardado, sin embargo, solo encuentro polvo en su lugar.
Observo la cara de esas chicas al recordarlo. Como se ilumina su mirada. Como describen su momento segundo a segundo. Como le recuerdan, algunas con más o menos cariño, pero todas con esa infantil ilusión que da las primeras veces.
Sin embargo, para mi no existe. Hay una niebla que me impide recordar. Tu rostro se codifica y tan solo eres un fantasma en mis recuerdos. Lo que para el mundo es su momento, para mi es otro más, del cual, no conservo ni tu esencia, ni tu presencia.
Quizás, sea mejor así…

quien busca... ¿encuentra lo que espera?

09 noviembre 2006

¿Quién te dio permiso para deshojar la rosa de mi habitación? Hoy la miro y su desnudez me turba. Su belleza palidece al igual que su fuerza. No te escondas y asume tu culpa. Ella murió por ti ¿Te extraña? Solo aquel que forzó por buscar más allá de lo que veía provocó el fatal desenlace. ¿Sigues extrañándote? Entonces te ruego que la veas, esta vez moribunda y desnuda y atrévete a decirme, mientras la miras, “no he sido yo”.

Cuentos de Otoño

07 noviembre 2006

Un día te levantas sumergida en un cuento de hadas. El otoño aparece tardío y sin avisar. Te lo encuentras a la vuelta de la esquina y te hace sonreír. Te sorprendes bajo una lluvia de hojas doradas, caminando sin rumbo fijo, con la cabeza bien alta, sintiendo como el frío húmedo del mediterráneo va calando en tus huesos. Inspiras con fuerza y cierras los ojos. Te sientes segura y aunque sola, recorres el camino de vuelta a casa, arropándote en tus sueños, amando tus deseos, zambulléndote en un mundo que solo existe en esas tardes álgidas de otoño, cuando todo se tiñe de colores cálidos. Sonríes a tu reino y al espirar, un remolino de lluvia y hojas secas te devuelve de nuevo a la realidad.

Mientras me encuentro en mi cuento, la lluvia no me moja, el viento no me golpea, el frío no me afecta… Yo decido lo que me repercute y cuando. Yo soy la tinta y el papel. Yo soy ese cuento que soñé. Entonces, ¿Por qué no puedo vivir en él?

Memorias de un corazón (3º Parte)

01 noviembre 2006

Quisiera odiarte cuando me miras dulcemente. Quisiera odiarte cuando te muestras comprensivo conmigo. Quisiera odiarte cuando me haces reír. Quisiera odiarte por ser bueno conmigo… Quisiera poder odiarte y sin embargo, me odio a mi misma por querer y no poder odiarte.